-¡No puede pasar!- Exclama la enfermera mientras me encamino hacia la habitación de mi hermano. Abro la puerta y, para sorpresa de las dos, Pascual no está. Sin embargo sé dónde se ha metido.
El muelle está mojado, pero ahí es dónde encuentro a Pascual, observando la ausencia del pailebote que lleva su mismo nombre. Me siento a su lado, le cojo una mano y empiezo:
-Creo que sé cómo curarte.
-¿Ah sí?- Dice, lejano.
-Sí, y entiendo que parece una locura pero… Creo que tu salud está vinculada con el Pascual Flores, igual que la mía con el Carmen Flores. Su decadencia ha ido al mismo ritmo y tiempo que la tuya… Y si arreglamos ese barco a punto de ser un pailebote centenario… Te recuperarás.
Tres años después la noticia me llegó como una tormenta a un marinero. El esqueleto del pailebote estaba demasiado deteriorado como para repararlo...
Coraline
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