divendres, d’abril 13

HISTORIAS CIERTAS (O NO) NARRADAS POR UNA CHALUPA

Cuando mi goleta zarpó aquella madrugada de temporal, y me dejó amarrada a un noray del Puerto de Barcelona, el oleaje estuvo a punto de destrozarme las cuadernas contra el muelle. Con el impacto desmedido de las olas el miedo me superó, y si no llega a ser por él, que se abarloó por estribor para protegerme, hubiese acabado besando con la quilla el fondo de la ensenada.
Me dijo que no temiese, que aquellas olas no eran comparables con las que había partido en dos su proa. Era hermoso, olía a pino y olivo, y ostentaba el porte de los veleros de cabotaje. Cuando le pregunté cómo se llamaba, con algo de chulería contestó: Qué más da, pequeña, tengo demasiados nombres, tú, puedes llamarme pailebote centenario.

Not Zardep

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