Miraba al cielo y lo veía con claridad. Un pailebote centenario bajo una tormenta. La forma era clara, podía advertir sus grandes mástiles ondulando las velas con majestuosidad. Los pescadores paseaban por la cubierta, balanceándose, respirando al compás de las olas. Las nubes cubiertas por un gris profundo se movían a un ritmo agitado. A veces no hay que mirar muy lejos, a veces la realidad supera la ficción. Mas cuando el viento sopló, arrasó con la fantasía que veía en tan preciosa nube.
Primavera
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