Un pailebote centenario es el único lugar al que puedo llamar hogar, una destrozada embarcación. Tú, querido lector, no me conoces, yo no te conozco a ti, pero ambos vemos la misma luna cada noche, ambos amamos ser amados, ambos tememos a la muerte. Somos personas diferentes, con sueños en común. ¿Quién no sueña con ser feliz? Somos almas perdidas en la oscuridad de la noche, monedas de oro hundidas y perdidas en el inmenso océano. Y ahora te diré un secreto, la única diferencia entre tú y yo es que yo nunca he sido testigo de una muerte, y tú lo estás siendo de la mía.
Somia Truites
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