Diez millas náuticas separan al barco de Lampedusa. Un pailebote centenario rumbo este sur-este. La tripulación se prepara para cenar. Reina alegría bordo: en pocos días arribarán a un puerto donde les están esperando para entregarles un premio por la magnífica restauración a que han sometido a su velero. De pronto voces procedentes de la oscuridad desorientan a los marineros... ¿de dónde vienen los gritos de socorro? Encienden todos los focos de cubierta y descubren, a babor, una embarcación neumática a punto de zozobrar. Rápidamente suben los náufragos a bordo y les proporcionan todo lo que tienen: mantas, aguas, comida... Horas más tarde el capitán reúne a la tripulación: hay que trasladar a los náufragos a tierra.
Con tres días de retraso llegan a su destino. No esperaban a nadie en el puerto. Sorpresa!! Una multitud les aplaude entre lágrimas y aplausos. El único premio que el tiempo no marchitará.
Lagarto
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