dilluns, de març 12

ALBA

La siento recorrerme, tiene los ojos de mar bravo, sus finísimos cabellos arrastran por las tablas, y su belleza, eclipsa a cualquier otra. Su voz solo sabe cantar y las gaviotas se estrellan contra la costa al despiste. Los marineros se dejan morir. Y ella sin saberlo, navega arriba y abajo buscando su amor. Él se marchó una mañana a islas lejanas, le dijo que volvería, que estarían juntos para siempre. Ella no le dijo que dentro le crecía otra vida.
Pasó los días, anclada en el puerto, esperaba, no comía, ni bebía. Algo se rompió. El pequeño ser dejó de crecer y se fue entre sus piernas. En una mañana gris, fría, las lágrimas y la sangre se mezclaron, allí se le fue la vida. De un salto, su espíritu, se embarcó en este viejo Pailebote Centenario, y desde entonces navegamos juntos.

Paz

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