dilluns, de març 19

ECOS DEL MAR

Cómo habría de olvidar aquellos ojos verdes que habían sido su único consuelo. La vida jamás volvería a ser tan efímera y eterna como lo fue a su lado. Dispuesto a comenzar una aventura que le llevara lejos de todo lo conocido, de los errores del pasado y la pesadez de la vida. Sería difícil conseguirlo si persistía en el barco aquel olor a pino y olivo que le llevaba de regreso a los campos de su niñez. Recorriendo de nuevo los caminos saboreando la tibieza del sol, la inmensidad de un mundo que había creído eterno y suyo.

Aquel pailebote centenario había recorrido muchos puertos, llevado a cabo muchas misiones y conocido muchas miserias. Mucho antes de que yo lo visitara en el puerto de Barcelona y escuchara en mi cabeza voces lejanas del pasado que traían el eco de una historia nunca escrita.

Zulaiki

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